



Juego, extrañamiento, autofirmación y reinterpretación son las bases de este conjunto de collages, que pretende dar testimonio de la construcción de un nuevo relato de la vida de la autora, convertida en el personaje de La Capitana. En este relato en ningún momento se cede a la tentación de hacer un recorrido lineal o temporal, que sin duda le aportaría coherencia pero también lo falsearía. Esta obra surge de la conciencia de que no hay ningún destino al que llegar, más que a una propia formulación de los deseos del sujeto que crea, que se declara dispuesta a seguir perdidamente las órdenes de su propio desorden. La Capitana es una mujer vestida de rojo que se estira, se duplica, salta o se muestra orgullosa en una colina, al borde del mar, siempre en espacios exteriores. La acompañan seres alados que parecen ayudarle. El proceso de creación de esta serie de collages comienza con la impresión de fotografías digitales tomadas durante un reportaje en la Isla de Culatra (Portugal), allí donde La Capitana parece encontrarse a sus anchas. Esas fotografías en papel se intervienen con rotuladores, recortes, antiguas fotografías, acetatos, hojas de diarios pulcramente escritos y comprados en mercadillos, cartones y otros materiales. Cada grupo de obras tienen distinto tamaño, aunque ninguno sobrepasa el tamaño A3. Se trata de una creación para ver de cerca, incluso para manipular, como es el caso del móvil realizado con el vestido rojo o con la figura de la Madreluciérnaga.